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- OndaCero
- Publicado: 20/05/2025
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Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre la insistencia de Pedro Sánchez de retirar a Israel de Eurovisión y los acuerdos que se mantienen aún con el país.
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Tanto festival de la canción, tanto festival de la canción, y quien nos dejó ayer sin actuación fue la artista voluntariosa que pone voz cada semana a los estribillos que le escriben sus jefes. O sea, Esther Peña, intérprete elegida por la organización (de ese festival que es el PSOE) para animar a los psoe-fans cada lunes dejándose la piel sobre el escenario con una convicción y una fuerza que ni Melody. Estas rancheras que le escriben los letristas de la casa y en las que Sánchez siempre enamora mientras Feijoo siempre muerde el polvo.
Por alguna razón, el PSOE mantuvo cerrada ayer su sala de conciertos y nos privó de una actuación (yo creo que) muy esperada. Título de la canción: Qué será, será (de Santos). Cuánto de lo que estos días se viene publicando sobre el secretario de organización del PSOE recogerá el informe de la UCO que está esperando el juez Puente. Y qué hará éste si hay conversaciones en las que Cerdán habla con Koldo, en términos sospechosos, de adjudicaciones de obra pública en el País Vasco y Navarra.
Ni el PSOE ni el gobierno dedicaron ni medio acorde tampoco a explicar a los ciudadanos cómo ha sido el chantaje al presidente. Esta historia tan relevante que desveló El País el domingo según la cual uno de los implicados en la trama Koldo advirtió al gobierno (o al PSOE, no se sabe a quién exactamente) de que filtraría grabaciones tan comprometedoras que podrían hacer caer a un gobierno. Ya les conté ayer los términos del chantaje, según las fuentes gubernativas consultadas por El País: o Correos readmitía a un empleado despedido y Marlaska enterraba un expediente disciplinario a un policía o saldrían a la luz las grabaciones. Los términos del chantaje son ciertamente desequilibrados: o me readmitís a un trabajador de Correos, o cae el gobierno. Tú eliges, Pedro.
Pedro, gran director de la orquesta del PSOE —ovacionado allá donde va siempre que vaya o a un acto de público cautivo o al Círculo de Economía de Barcelona, donde los ultrarricos—, pudo haber denunciado ayer públicamente el chantaje del que, según su equipo, ha sido objeto; pudo haberse personado en un juzgado a denunciar ese pedazo de delito que es chantajear al gobierno; pudo incluso haber confirmado si, como contaba El Mundo, está al tanto de los guasaps de su añorado amigo José Luis desde hace siete meses porque se interesó por conocer qué material maneja la UCO.
Hay que entender al eurofan disgustado que es el presidente. Desolado, como tantos otros eurofans, al comprobar no sólo que Israel sigue participando sino que obtiene más votos que nadie entre los espectadores de Televisión Española. Cómo reprocharle al jefe del gobierno de España que le dé un ultimátum a la Unión Europea (de Radiotelevisión) —para los iniciados, UER— para que expulse de una vez a la televisión israelí.
Bueno, un riesgo sí que tiene. El riesgo de que te recuerden que a Rusia se la dejó fuera, es verdad, pero sin que Televisión Española diera entonces la batalla (fueron otras televisiones las que lo pidieron). O el riesgo de que te recuerden que Israel sigue formando parte del Foro Unión por el Mediterráneo que apadrina el gobierno español (y esto ya va de países y gobiernos, no de televisiones). O que Israel participó en Fitur este pasado enero —Tierra de creación, se llamaba el stand— sin que conste que al presidente le incomodara.
Y el riesgo mayor, en fin, es que Israel vuelva a participar el año que viene en Eurovisión sin que se le toque una coma del sistema éste del televoto sobre el que R-T-V-E ha sembrado la sospecha del pucherazo. O sea, que el todopoderoso presidente de un gobierno español le dé un ultimátum a la UER y ésta pase olímpicamente y él quede como un líder europeo bien poco influyente. Siempre podrá, llegado ese caso, Televisión Española abstenerse de participar en Eurovisión el año que viene. En coherencia con la posición que ha tomado, lo suyo sería que si participa Israel, España renunciara a participar. Dices: hombre, que Eurovisión da audiencia y genera muchos ingresos.
Ya, pero los principios están por encima de eso. O sacan a Israel, o Televisión Española se sale. Eso sí sería un ultimátum. Y a ver a quién iban a votar los demás países entonces. Bueno, queda un riesgo más. Y es que Junts per Cataluña, cuyos lazos con el Estado de Israel son tan firmes y tan notables, exija que su apadrinado, que es Sánchez, se retracte. En cuyo caso ya sabemos quién cambiaría de opinión.
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