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El narcotráfico continúa marcando el pulso cotidiano en el Estrecho de Gibraltar y en las provincias de Cádiz y Huelva, donde tanto las nuevas macroestructuras criminales como las históricas familias de la droga han intensificado sus métodos y su presencia.
Cuando el temporal arrecia, las narcolanchas vuelven a buscar abrigo en los puertos, pese a que fue precisamente en el de Barbate donde dos guardias civiles perdieron la vida en febrero de 2024 tras ser arrollados por una embarcación dedicada al contrabando. La semana pasada, los grupos vinculados al tráfico regresaron de nuevo al puerto barbateño debido al mal tiempo.
Un agente destinado en la lucha antidroga asegura que recibieron órdenes de cerrar accesos y evitar grabaciones o fotografías. En otra playa de Cádiz, dos narcolanchas alcanzaron casi la orilla sin que la Guardia Civil pudiera interceptarlas. "Patrullamos con zodiacs porque las patrulleras están averiadas y nadie las repara. El abandono aumenta", lamenta.
A este escenario se suman episodios recientes: agentes asesinados, un policía nacional herido de bala al intentar acceder a una guardería de droga en Sevilla, armamento pesado entre narcos, secuestros y torturas entre bandas. En medio de esta escalada, Interior ha reducido la presencia del GAR, unidad especializada que hasta octubre actuaba de forma continuada y que ahora aparece solo de manera esporádica, dejando semanas enteras sin apoyo en la zona.

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